TRAGAR UN POCO DE DOLOR Y DEJARSE INUNDAR POR LA ALEGRÍA; LILA DOWNS EN TEXCOCO
- “Estoy escribiendo ahorita, pero está en la fase primera de
composición. Temas sobre la migración y sobre la melancolía”.
- “…trato
de verlo (lo que vive) quizás como una persona que siente, que reacciona y que se levanta”
Lila Downs interpretando "Mezcalito" - Foto: Dorelia Cihuacoatl.
“You won't admit you love
me. And so how am I ever to know? You only tell
me: perhaps, perhaps, perhaps...”, fueron las primeras frases que escuchamos entonar a
una mujer de voz embriagadora, huipil, trenzas y collares de jade y coral: era
Lila Downs. De esto hace ya bastante tiempo, más de diez años, si
no mal recuerdo. El Auditorio "Álvaro Carrillo" de la Universidad Autónoma
Chapingo fue el foro en el que Lila (en ese entonces tímida en su porte, pero potente en su voz),
nos desconcertaría al escucharla cantar en un momento canciones con toques de
jazz y al siguiente una ranchera.
Todavía recuerdo la sensación que experimenté cuando
escuché el rasgueo de la guitarra que acompañaría a Lila entonando: “Guiÿni'neu'
Diuxi pa na'gusiguenda
naca guixica guedacaalu' naa…”. "Simuna", un canto zapoteco que jamás había escuchado. No hacía falta
traducción, Lila sabía cómo transmitir esa historia de amor.
Hoy,
años después, Lila vuelve a presentarse en Texcoco dentro del 10º Festival de
las Almas como parte de su gira “Pecados y Milagros”. Es una Lila distinta, con
más experiencia sobre el escenario, con un carisma que hipnotiza hasta la
última fila y con la misma fuerza que hacía 11 años nos decía que no, no
estábamos frente a cualquier persona.
Lila Downs interpretando "El palomo del comalito" - Foto: Dorelia Cihuacoatl
Lo
mismo pudimos escuchar temas de su reciente producción como “Mezcalito”, “Zapata
se queda” o “El palomo del comalito”, que las rancheras que tanto le aclaman
como “Paloma negra” y “Fallaste corazón”. La sorpresa para muchos fue escuchar “La
cucaracha” y “Perro negro”, dos temas de sus discos pasados que “ya tenía mucho que no cantaba y que ya extrañábamos”,
según escuché decir a varios de los asistentes. Yo misma también los extrañaba.
Ahora recuerdo cuando en el soundcheck Lila interpretó, a manera de juego y ensayo, un
popurrí de temas aún más extrañados: “La niña”, “Sale sobrando” y “Ojo de
culebra”. Lila nos ha de mostrado que a lo largo de los años no olvida de dónde
es y qué es lo que quiere. Se ha nutrido de las experiencias que su canto le ha
llevado a vivir, de los viajes, de la gente que conoce, de los sonidos que
recibe, de las palabras que quedan sembradas en ella a cada paso.
Desde
aquel día en Chapingo he visto a Lila decenas de veces: ya sea en un concierto casi
íntimo en el teatro-bar “El hábito” (ahora “El vicio), con la Orquesta de Jazz
de Nueva York de Wynton Marsalis en el Zócalo de la Ciudad de México, con la
Banda "Tierra Mojada" en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, con sus compañeros de “La
Misteriosa” en estados como Puebla, Taxco, Tlaxcala y diferentes teatros del
Distrito Federal o en el imponente Auditorio Nacional. Lo cierto es que Lila
siempre ha sido otra a cada paso y en cada recital los ofrece diferentes
matices.
Ayer,
en conferencia de prensa posterior a su concierto, Lila nos platicó un poco de
su intimidad, de cómo cada vivencia va marcando lo que refleja en sus
canciones. La enfermedad de su esposo es algo que la ha cimbrado y que le hace
preguntarse de qué manera va a levantarse y salir adelante con eso: “…es un
momento sentimentalmente muy difícil para mí ahorita y supongo que la música
que vendrá en seguida tendrá que ver con esto, con algo muy desde adentro”.
Y es
que Lila nos entrega no sólo una producción musical para ser disfrutada como
tal, sino que también nos está contando nuestras propias historias: “a veces no
es necesario tener otro idioma, a veces sí porque venimos de etnias indígenas,
pero a veces buscar a alguien que nos pueda comunicar la manera de la ciudad y
los hábitos culturales (del campo) y todo esto hay que ser abiertos a ello, aprender y
hacer ese puente porque eso va a enriquecer nuestra vida totalmente”.
La
vida diaria, fuente importante para sus composiciones, también se acompaña de
la poesía: “…en parte creo que recurrimos a la poesía en momentos muy
difíciles, ¿no?...y creo que, bueno Octavio paz lo dijo, creo
que estaba conectado con eso y yo recurro a él cuando me encuentro en momentos difíciles.
He buscado a Jaime Sabines también en momentos duros y últimamente a Leonard
Cohen porque parte de mi cultura también ha sido el inglés y la cultura
anglosajona”.
Lila Downs durante la conferencia de prensa - Fotos: Sarai Robledo
Tras
ver nuevamente su sonrisa amplia, su mirada profunda y atenta cuando le hablas
y escuchar esa voz franca que hace años encontré en ella, pienso en cómo es que
la música de Lila me sigue diciendo algo desde las entrañas, me cuenta
historias de tierra y nube, traspasa lo que pienso para sembrar en mis noches
en vela la poesía de mis espíritus, me recuerda que uno ha de regresar siempre
al lugar donde está enterrado su ombligo, me hace llorar y sonreír, volar y
zapatear, indignarme y dignificarme, tomar de frente al desconsuelo y gozar con
el amor, tragar un poco de dolor y dejarme inundar por la alegría.
* Agradezco a Dorelia Cihuacoatl por las hermosas imágenes que tomó durante el concierto y que compartió para esta nota.
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