domingo, 14 de febrero de 2010

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La Danza de la Oscuridad*
(*post dedicado a Danilo Amílcar)

Bajo el principio de recobrar el cuerpo que nos ha sido robado, la danza butoh nos recuerda que hemos sido concebidos desde el vientre materno como cuerpo y espíritu.

Se podría decir que el bombardeo a Hiroshima y Nagasaki por parte de Estados Unidos fue el hecho que dio origen a la danza butoh ya que muchas personas sobrevivientes a este hecho buscaron diferentes formas de reconstruir su cotidianidad interrumpida. Así fue el caso de Kazuo Onho y Tatsumi Hijikata (bailarines japoneses) quienes buscaron una forma de expresar el horror vivido durante la guerra.



Los movimientos dentro de la danza butoh son extremadamente lentos y guiados por la cabeza, muñecas, piernas, tobillos y articulaciones en general. El rostro puede ser sumamente inexpresivo; todo esto emulando aquellos sobrevivientes al holocausto nuclear que caminaban sin rumbo con sus cuerpos sumamente lacerados y quemados.


La danza butoh a veces nos pareciera más imaginaria que real, más cercana a las emociones que a la disciplina que la desarrolla, es un recordatorio que nos lleva a aprender a convertirnos en polilla y recordar que aprendimos a danzar desde el vientre materno.




Nos invita también a que nos liberemos de los hábitos, es decir, que los reconozcamos para podernos permitir que lo involuntario nos muestre su sabiduría sutil.


En estas imágenes vemos parte de la presentación de una extraordinaria ejecutante de danza butoh: Susana (Ecuador) quien, junto a su compañero Moti (Cuba) interpretando la música, crean una atmósfera propicia para vivir el butoh, para entrar en el mundo mágico en que entendemos el cuerpo como forma, como belleza y fealdad al mismo tiempo, como esa sinergia que nos permite concebir la dialéctica de nuestra existencia, como la fuerza de la vida manifestándose en nuestras entrañas.



“Flor de Hiroshima” es el acto que presentó en la ciudad de Sucre, Bolivia (Mayo 2009) durante el 5° Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos. Susi y Moti nos permitieron romper con la belleza ideal del “yo” y del simple espectáculo al que se va sólo para contemplar.



‘Entender que donde los pies se plantan en la tierra, las manos acarician el cielo’: es lo que la danza butoh-andino de Susana y Moti nos hace reflexionar y permanecer en una estampa que se eterniza como el insomnio.


Mi eterno agradecimiento y con mucho cariño para Susi y Moti por permitirme conocerlos y por vivir con Rainer, Era y yo esa hermosa visita a Tiwanako y el Titicaca.