sábado, 27 de noviembre de 2010

Larga no-vida al zombi...1/2

Somos Zombis (1a Parte)

Eran los 80’s, yo tenía alrededor de 6 o 7 años y, por circunstancias que aún desconozco, tuve acceso a una película que me impactó mucho: The Evil Dead (El despertar del diablo, 1982) de Sam Raimi. Confieso que creo que fue de lo mejor que me pudo pasar en ese entonces.


De esta película recuerdo claramente una escena: la bailarina muerta regresando al terreno de los vivos. Recuerdo también cómo es que surge de entre la tierra, danza siniestramente y persigue a los protagonistas. Terrorífico. Obvio que los muertos vivientes no faltaron en la película, así como tampoco las mujeres gritonas, la chica que corre desnuda por el bosque ni las situaciones casi gore de toda película de terror ochentera.


El muerto viviente. Creo que de ahí nace mi fascinación por la figura del zombi, misma que ahora retoma su auge gracias a la cercanía que nos provee la cultura de masas actual.

Los años siguientes toda película que contenía muertos vivientes era predilecta para mí. Sin embargo, creo que hasta mis años preparatorianos fue que empecé a indagar más sobre la figura del zombi.


El zombi como aquel muerto que regresa a la vida es referido así gracias al cine. George A. Romero, en su película ‘La noche de los muertos vivientes’ (1968), nos muestra al zombi como un ser violento y con tendencias caníbales.

No obstante, la figura real del zombi proviene de un culto vudú en África en donde se asegura que, a través de ciertos ritos, se puede revivir a un muerto y éste quedará al servicio de la persona que le ha devuelto la vida.


He ahí lo escalofriante de la figura del zombi: un ser humano desprovisto de voluntad propia.


Cine Zombi


Producto de los errores de la sociedad contemporánea, George A. Romero le da vida a la figura del zombi como lo conocemos actualmente. Algún desastre bacteriológico masivo o un virus modificado (en algún experimento clandestino de alguna farmacéutica o departamento médico del gobierno) que contagia a animales y/o humanos, son las formas comunes con las que se crea un zombi según el cine.


Posteriormente se agregaron más formas de zombificación: algún meteorito que cayó en la Tierra, la lectura accidental de algún conjuro para revivir a los muertos o el desconocimiento total del porqué, es decir, simplemente hay muertos vivientes. También está la propuesta de Peter Jackson quien, en su película titulada ‘Braindead’ (‘Tu mamá se comió a mi perro’, título en español), plantea la existencia de un ‘mono rata de Sumatra’, el cual provoca que quienes hayan sido mordidos por este animal se conviertan en zombis.

Películas sobre el tema hay muchas, todo esto en gran parte gracias a que
visualmente la figura del zombi gusta mucho. Las hay desde las que se toman al zombi como una figura satírica hasta las que lo abordan de manera más seria (aunque no estoy segura si esa sea la palabra correcta). También las hay en las que reconstruyen la figura del zombi y plantean alternativas para dicho estereotipo.

Un ejemplo es Pontypool (indispensable verla), un filme canadiense en el que la transmisión del virus del zombi ya no es en forma viral sino a través del lenguaje. El ser infectado ya no casa sólo seres humanos, caza sonidos y palabras.


El tema zombi también se presta para realizar historias con humor negro como lo es la ya citada ‘Braindead’ (1992) de Peter Jackson o 'Poultrygeist: Night of the Chicken Dead' (2007) en donde se adereza la trama de supervivencia ante un ataque zombi con situaciones que satirizan a la propia sociedad en la que se desarrolla la trama.


Otra vertiente dentro del cine zombi es la planteada por 'Zombie Strippers' (2008), un guión repleto de humor negro en donde el virus zombi sólo infecta a strippers, dándoles otro ‘status’ dentro del gremio. Esta película tiene un roce con el cine porno, pero con zombis.


También hay películas que plantean la inmersión del zombi en la vida cotidiana como en 'FIDO' (2006) de Andrew Currie. En esta cinta, bajo un ambiente de los años 50, una empresa ha logrado ‘domesticar’ a los zombis y los vende a las familias para que les sirva de ‘chacha ejemplar’ y, en el caso de la familia Robinson, como mascota del hijo de dicha familia.


No puedo dejar de nombrar 'Wasting Away' (2007) de Matthew Kohnen, en la que un grupo de jóvenes (al estilo 'Friends') se convierten en zombis pero ellos no se dan cuenta de su estado y creen que son los otros a los que les está pasando algo extraño. Tampoco olvidemos el 'Planet Terror' (2007) de Robert Rodríguez.

Películas zombis hay muchas, desde las buenas producciones como 28 Days Later (Exterminio, 2002) de Danny Boyle, Shaun of the Dead (2004) de Edgar Wright, la japonesa Stacy: Attack of the Schoolgirl Zombies de Naoyuki Tomomatsu o la reciente Zombieland de Ruben Fleischer hasta los intentos malogrados como Rise of the Dead, The Horde (2009) de Yannick Dahan o la mexicana El Santo contra los Zombies (1962) de Benito Alazraki (en la que investigadores de la UNAM ayudan al Santo).



Lo que es cierto es que, el zombi como figura desprovista de individualidad, nos ofrece un sinfín de posibilidades de interpretación dentro de una ‘sociedad global’ en la que dejamos de ser únicos para convertirnos en todos. En nada. Esta es, quizá, una de las razones principales por la que el tema zombi está tomando auge de nuevo. El miedo a la pérdida de la identidad.

En la próxima entrega, hablaré un poco sobre el zombi en el cómic, la literatura, la música y hasta el teatro.


* Imágenes: Zombie Walk Ciudad de México, Sarai Robledo, Octubre 2010.

lunes, 22 de noviembre de 2010

ACOSO TEXTUAL

La poesía es un arma que retumba en los andenes”, dice un verso que leí hace tiempo. Las palabras, cuando son las exactas, pueden colarse a través de nuestra piel y habitarnos mucho tiempo, a veces para siempre.

Una palabra pronunciada con el tono, la cadencia y respiración precisa que necesita el que la escucha puede generar una explosión incontenible.

Vivimos en un mundo de palabras que crean y destruyen lo que conocemos o estamos por conocer. Las palabras nos unen o nos separan de los nuestros (o los ajenos), las palabras vierten en nosotros la posibilidad de transfigurarnos, de afirmarnos presentes para el otro.


Creo que, las palabras llegan a nosotros o se van según las necesitemos. A veces juegan con nosotros y se esconden cuando más las necesitamos; también, a veces, hacen lo contrario y se presentan en el momento menos oportuno.


No hace mucho llegó a mis manos el último disco de Cecilia Toussaint titulado ‘Acoso Textual’. El disco recopila canciones del composito mexicano Jaime López (para mí uno de los mejores en la actualidad) y, desde que lo escuché, sus palabras no han dejado de acosarme. A cada vuelta al disco escucho las canciones como si fuera la primera vez, encontrando matices distintos en las metáforas.

La interpretación pródiga de Toussaint refuerza los versos de Jaime que retumban en la fibra de mi piel. Lo mismo siento el amor que llega, que la conversación prendida mientras Dios está en el infierno. ‘Acoso Textual’ no permite que nos quedemos con la mirada perdida silbando un 1950.


Hoy les dejo esta canción que, en lo particular, es ahora mi ‘acoso textual’ justo en un mundo donde los Dioses han dejado de existir para convertirse en ídolos tan eternos como efímeros. Espero les agrade.



domingo, 7 de noviembre de 2010

Amores Contigo

Vivir en amores contigo
es como andar descalza
por un valle de luna tan blanco
que encandila mis sentidos
repletos de ti.

Y todo parece un engaño.



Tu voz buscando mis cabellos
es como soltar la cuerda
de un reloj inexistente
para que marque el compás
de mis caricias.

Y todo parece un engaño.




Posar la mirada para que
incendie el silencio
que cuelga de tus besos,
es como buscar el génesis
entre tus manos.

Y todo parece un engaño.




Porque tú me recuerdas
que un engaño, cuando es de dos,
se convierte en la savia
que alimenta esos pies descalzos,
los que te siguen clandestinamente.


* Texto y fotos: Sarai Robledo 2010