lunes, 25 de junio de 2012

El día que escuché a Ernesto Anaya



Lo primero que vi de Ernesto Anaya fue la sonrisa franca y el abrazo ancho, pareciera que todo el mundo cabe en sus brazos. Confieso que nunca había escuchado a Ernesto en vivo. Le conozco y ya le había oído en grabaciones, visto en videos y conocía sus colaboraciones; pero nunca había tenido la oportunidad de ir a ver en una presentación que fuera principalmente de él.



Con su voz que invita a la calma, Ernesto inició contándonos qué íbamos a escuchar esa velada, pero nunca la magnitud de lo que provocaría: “Cantaremos huasteco, istmeño; pero también le cantaremos al amor y desamor, con perfume de flores, con Chava Flores, con versada tradicional, con poesía de la vida misma…”. Los acordes de su guitarra y los primeros sonidos del cuarteto de saxofones Anacrúsax que lo acompañaban, me hizo trasladarme a la Edad Media para, pronto, darme cuenta de que no se trataba de una canción medieval sino de un son tradicional de nuestras costas: La petenera.

 
Y así inició el viaje por las entrañas de nuestro México, por el dolor, por la alegría, por la magia. Nunca habría podido imaginar la maravilla que es escuchar cuatro saxofones entonando arreglos para una guitarra y, en ocasiones, un violín. Nunca habría podido imaginar, tampoco, que la fuerza del son no está en sus palabras sino en quien las canta. Ernesto es un loco que va con el corazón expuesto y lo comparte con su canto.

Cielo rojo, El son de la tortuga (cantada en zapoteco), La interesada (del legendario cronista de la ciudad, Chava Flores), entre otras, fueron algunas canciones que interpretó Ernesto esa noche. Los arreglos que hizo a cada pieza me hacían sentir que era la primera vez que las escuchaba y la fuerza de su voz recorría todas mis historias.

          
Escuchar en vivo a Ernesto Anaya sobrepasa cualquier cosa que pueda uno escuchar de él. Esa noche Ernesto no era el que ha colaborado con grandes como Amparo Ochoa, Los folkloristas, Lila Downs, Áleks Syntek o Ana Torroja; no era el que ha hecho música y arreglos para numerosas películas y programas. Esa noche, Ernesto Anaya fue el genio que es convertido en corazón: “Esta noche nos vamos a enamorar, Dios la puso en el mundo, a la mujer mortal… esta noche vamos a gozar”, expresó. Y yo, me enamoré nuevamente de la vida, de mi México, de su tradición y de su canto que me sabe a tierra, nube y son.

Para conocer más de Ernesto Anaya, pueden dar click aquí y su página de Facebook acá.

* Gracias, Ernesto, por "El cumpleaños de Escolapia". 
** Agradezco a Dorelia Pánuco las imágenes para esta nota
*** El concierto se tituló "Recorriendo el son" y tuvo lugar el 23 de junio de 2012 en Foro El Tejedor de la Carfebrería "El Péndulo", Ciudad de México.

6 comentarios:

kiko dijo...

Casi me paso igualito escuchando a Ernesto, la verdad no tengo el gusto de conocerlo en persona pero en el feis tenemos muy buena comunicación, te felicito por tu blog y recibe un saludo

kiko dijo...

Hola, me ha pasado igualito que a ti, la vez que escuche a Ernesto a los pocos segundos ya me había encantado, es un excelente músico y como ser humano es de lo mejor, me eche un clavado en tu blog y esta magnífico, te felicito, recibe un saludo con aprecio

La Insomne dijo...

¡Hola, Kiko!

Híjole, creo que eso pasa cuando hacemos las cosas con corazón. Ernesto lo hace. Ojalá que pronto lo conozcas en persona, como ser humano es de lo mejor.

Gracias por comentar :D

reptilio dijo...

me quedo pensando en que es Procrastinadora

Anónimo dijo...

Muy buen musico ernesto anaya, el disco de huapanguenado es de lo mejor. Estaria padre que escribas algo sobre un buen amigo suyo y otro excelente musico: Victor Flores el contrabajista principal de la Ofunam :)

La Insomne dijo...

Hola, anónimo (:P) No he escuchado a Víctor Flores, pero gracias por el comentario y la recomendación. Voy a buscar. ;)