domingo, 9 de octubre de 2011

#30libros- Día 8

DÍA 8. Uno para leer por fragmentos: "Minificción mexicana" de Lauro Zavala.
(UNAM, Antologías Literarias del Siglo XX, 2003)

Lauro Zavala es uno de los investigadores mexicanos más im
portantes que tenemos en cuanto a teoría literaria y análisis cinematográfico se refiere. Profesor de la UAM y diversas Instituciones, ha dedicado su trabajo a crear modelos de análisis textual.

“… es la narrativa que cabe en el espacio de una página”, así define Lauro Zavala, de manera muy general, a la minificción. Después, dedica varios libros al análisis y explicación de esta forma del cuento. Una minificción encierra en la brevedad de las palabras, todo un mundo de historias, intertextualidades, fractalidades, significados y referencias inimaginables (y a veces incuantificables).



Y así como Edmundo Valadés hiciera, en su famosa antología titulada “El libro de la imaginación” una recopilación de la minificción de la primera parte del S. XX., Lauro Zavala dedica “Minificción Mexicana” a recopilar una buena selección de minificciones de los últimos años del S. XX y principios del S. XXI.

El formato breve de estas historias permite que lo leas por fragmentos, sin orden alguno, como si fuera un oráculo que lees día a día o también, que lo leas de una sentada. Leer la antología de Zavala (y la de Valadés, dicho sea de paso) será una verdadera delicia.

Aquí una probadita:

DESPISTADA
Mónica Lavín

Tardaban en abrir la puerta. Verificó que el número del departamento fuera el correcto. Tantas veces había estado frente a una casa equivocada o acudido a una cita el día después que más le valía confirmar.

Sonrió acordándose de los tropiezos de su mente. De niña olvidaba los suéteres en la banca del colegio, de jovencita las gafas, los nombres de los maestros y los cumpleaños de los novios. El despiste había crecido con la edad. Un día regresó a casa en autobús, su marido sorprendido por la tardanza le preguntó por el auto: lo había dejado estacionado frente al trabajo. Repetidas veces trató de subirse a un coche ajeno y forcejeó con la cerradura hasta que el dueño la sorprendió.

Nadie abría la puerta. Se asomó por las ventanas.

Las persianas cerradas sólo enseñaban la capa de polvo sobre el esmalte.
Se hizo de noche. Las campanadas de la iglesia a los lejos la aclararon. Había olvidado su propia muerte.

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