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lunes, 29 de octubre de 2012

Lila Downs en Texcoco - Festival de las Almas 2012



TRAGAR UN POCO DE DOLOR Y DEJARSE INUNDAR POR LA ALEGRÍA; LILA DOWNS EN TEXCOCO

- “Estoy escribiendo ahorita, pero está en la fase primera de composición. Temas sobre la migración y sobre la melancolía”.

- “…trato de verlo (lo que vive) quizás como una persona que siente, que reacciona y que se levanta”

 Lila Downs interpretando "Mezcalito" - Foto: Dorelia Cihuacoatl.
 
“You won't admit you love me. And so how am I ever to know? You only tell me: perhaps, perhaps, perhaps...”, fueron las primeras frases que escuchamos entonar a una mujer de voz embriagadora, huipil, trenzas y collares de jade y coral: era Lila Downs. De esto hace ya bastante tiempo, más de diez años, si no mal recuerdo. El Auditorio "Álvaro Carrillo" de la Universidad Autónoma Chapingo fue el foro en el que Lila (en ese entonces tímida en su porte, pero potente en su voz), nos desconcertaría al escucharla cantar en un momento canciones con toques de jazz y al siguiente una ranchera.

Todavía recuerdo la sensación que experimenté cuando escuché el rasgueo de la guitarra que acompañaría a Lila entonando: Guiÿni'neu' Diuxi pa na'gusiguenda naca guixica guedacaalu' naa…”. "Simuna", un canto zapoteco que jamás había escuchado. No hacía falta traducción, Lila sabía cómo transmitir esa historia de amor.

Hoy, años después, Lila vuelve a presentarse en Texcoco dentro del 10º Festival de las Almas como parte de su gira “Pecados y Milagros”. Es una Lila distinta, con más experiencia sobre el escenario, con un carisma que hipnotiza hasta la última fila y con la misma fuerza que hacía 11 años nos decía que no, no estábamos frente a cualquier persona.


 Lila Downs interpretando "El palomo del comalito" - Foto: Dorelia Cihuacoatl

Lo mismo pudimos escuchar temas de su reciente producción como “Mezcalito”, “Zapata se queda” o “El palomo del comalito”, que las rancheras que tanto le aclaman como “Paloma negra” y “Fallaste corazón”. La sorpresa para muchos fue escuchar “La cucaracha” y “Perro negro”, dos temas de sus discos pasados que “ya tenía mucho que no cantaba y que ya extrañábamos”, según escuché decir a varios de los asistentes. Yo misma también los extrañaba.

Ahora recuerdo cuando en el soundcheck Lila interpretó, a manera de juego y ensayo, un popurrí de temas aún más extrañados: “La niña”, “Sale sobrando” y “Ojo de culebra”. Lila nos ha de mostrado que a lo largo de los años no olvida de dónde es y qué es lo que quiere. Se ha nutrido de las experiencias que su canto le ha llevado a vivir, de los viajes, de la gente que conoce, de los sonidos que recibe, de las palabras que quedan sembradas en ella a cada paso. 
  
Desde aquel día en Chapingo he visto a Lila decenas de veces: ya sea en un concierto casi íntimo en el teatro-bar “El hábito” (ahora “El vicio), con la Orquesta de Jazz de Nueva York de Wynton Marsalis en el Zócalo de la Ciudad de México, con la Banda "Tierra Mojada" en el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, con sus compañeros de “La Misteriosa” en estados como Puebla, Taxco, Tlaxcala y diferentes teatros del Distrito Federal o en el imponente Auditorio Nacional. Lo cierto es que Lila siempre ha sido otra a cada paso y en cada recital los ofrece diferentes matices. 


Ayer, en conferencia de prensa posterior a su concierto, Lila nos platicó un poco de su intimidad, de cómo cada vivencia va marcando lo que refleja en sus canciones. La enfermedad de su esposo es algo que la ha cimbrado y que le hace preguntarse de qué manera va a levantarse y salir adelante con eso: “…es un momento sentimentalmente muy difícil para mí ahorita y supongo que la música que vendrá en seguida tendrá que ver con esto, con algo muy desde adentro”. 

Y es que Lila nos entrega no sólo una producción musical para ser disfrutada como tal, sino que también nos está contando nuestras propias historias: “a veces no es necesario tener otro idioma, a veces sí porque venimos de etnias indígenas, pero a veces buscar a alguien que nos pueda comunicar la manera de la ciudad y los hábitos culturales (del campo) y todo esto hay que ser abiertos a ello, aprender y hacer ese puente porque eso va a enriquecer nuestra vida totalmente”.

La vida diaria, fuente importante para sus composiciones, también se acompaña de la poesía: “…en parte creo que recurrimos a la poesía en momentos muy difíciles, ¿no?...y creo que, bueno Octavio paz lo dijo, creo que estaba conectado con eso y yo recurro a él cuando me encuentro en momentos difíciles. He buscado a Jaime Sabines también en momentos duros y últimamente a Leonard Cohen porque parte de mi cultura también ha sido el inglés y la cultura anglosajona”.

Lila Downs durante la conferencia de prensa - Fotos: Sarai Robledo

 Tras ver nuevamente su sonrisa amplia, su mirada profunda y atenta cuando le hablas y  escuchar esa voz franca que hace años encontré en ella, pienso en cómo es que la música de Lila me sigue diciendo algo desde las entrañas, me cuenta historias de tierra y nube, traspasa lo que pienso para sembrar en mis noches en vela la poesía de mis espíritus, me recuerda que uno ha de regresar siempre al lugar donde está enterrado su ombligo, me hace llorar y sonreír, volar y zapatear, indignarme y dignificarme, tomar de frente al desconsuelo y gozar con el amor, tragar un poco de dolor y dejarme inundar por la alegría.

* Agradezco a Dorelia Cihuacoatl por las hermosas imágenes que tomó durante el concierto y que compartió para esta nota.

domingo, 25 de julio de 2010

Noche Insomne. Error de Palabra. Noche Insomne (2a Parte)

(Aquí iba una introducción que, tras releerla, me pareció mala e innecesaria y decidí compensarles la falta con un bonito enlace al final de este post)

Programación…

Recuerdo que, independientemente del temor natural de un niño a los regaños de sus papás, yo no le tenía miedo a nada. Bueno, a nada que no tuviera un fundamento real como para temerle.

Cuando tenía 7 años me llevaron a clases de catecismo y fue entonces que comencé una reprogramación brutal en la que yo me sentía culpable hasta de sentir que me chocaba mi mamá cuando me obligaba a comer algo que no me gustaba o cuando mi papá me ponía a repetir las tablas de multiplicar. Todo era malo y castigable a los ojos de Dios.

Durante esas clases nos llevaron a visitar iglesias y a convivios en conventos donde las imágenes de mártires y santos sufriendo me llenaban de pesadillas.

—¿Por qué está Jesús (Dios) crucificado? —recuerdo que pregunté alguna vez a mi catequista. —Por culpa de nuestros pecados y, cada vez que tú haces algo malo, los clavos se le entierran más y el dolor que siente es más fuerte— contestó ella sin piedad. Desde entonces, yo sufría mucho pensando en que cada vez que hacía ‘algo malo’ como perder 3 sacapuntas en una semana, Jesucristo (Dios) sufría más y más. ¿Quién puede soportar tanto sufrimiento?


Crisis…

En mi época de adolescencia, como corresponde, todo esto cayó en crisis y entonces me enojé con Jesús (Dios) por no hacer nada para aminorar su dolor o por lo menos el nuestro. A ratos me reconciliaba con él y hacía caso a mis tíos e iba a los retiros o las jornadas en las que prometia ser la persona más buena del mundo, pero al final de todo me chocaba pensar en Dios (Jesús) como esa figura del hombre clavado en una cruz.

Reprogramación…

Tras el sacudimiento preparatoriano, que es cuando lees todas esas cosas maravillosas que nunca imaginaste, terminé por prohibirme pensar en Dios (Jesús) porque siempre venía a mi mente la imagen de Jesús (Dios) y porque, ya para ese entonces, pensaba que Dios (todavía Jesús en mi mente) no tenía que ser necesariamente eso, Jesús.

Años después, durante la universidad, entré a tomar clases de caligrafía árabe y ahí conocí a una mujer marroquí que me estuvo hablando de su religión, el Islam. Luego, como cultura general, comencé a asistir a lecturas del Corán y actividades propias de y descubrí algo que en ese momento me significó mucho: Allah.

Allah es igual a Dios (-) para los musulmanes. Lo fascinante es que cada vez que nombraban a Allah, yo podía pensar en un Dios (-) sin rostro y sin forma. Es decir, me había liberado de esa dualidad Dios es igual a hombre clavado en una cruz.

Luego dejé de ir a las lecturas del Corán, mi amiga marroquí se fue a vivir al Cairo y yo me declaré agnóstica; sin embargo, cuando lo que queda de mi educación religiosa sale a flote para encomendar algo a Dios (-), mi boca pronuncia Allah, así, sin rostro y sin forma.

Kill is kiss…again...*

No cabe duda, las palabras nos determinan.

* A fin de cuentas, tras una plática medio babosa con un buen amigo (que es muy inteligente, pero igualmente baboso que yo), llegué a la conclusión (también babosa) de que, si dicen que Dios nos hizo a semejanza de él, entonces, al menos en mi caso, Dios es mujer. Así que terminé diciendo: ¡Oh por Diosa!

(Aquí el bonito enlace prometido: una dosis de Alberto Montt)

lunes, 19 de julio de 2010

Noche Insomne. Espasmos. Noche Insomne (1a Parte)

Noche insomne. Dos de la mañana con diecisiete minutos. Noche insomne.

Me encuentro repitiendo esta frase y pienso en que tal vez es el efecto del café, la noche larga y el dvd corriendo.


Or maybe not…


I have just watched Pontypool…


El locutor de una estación de radio canadiense, Grant Mazzy, interpretado excelentemente por Stephen McHattie en la también excelente película Pontypool, comienza hablando sobre una teoría que utilizaba el periodista Norman Mailer (quien existió en la vida real) para justificar las casualidades ocurridas el día del asesinato de John F. Kennedy. Esta teoría dice que “…al despertar de los grandes eventos, tanto antes como después, detalles físicos sufren espasmos [que] por un momento se separan y, cuando retoman su estado normal, todos estos coinciden en una forma inusual. Nombres, cumpleaños, segundos nombres, cosas superfluas coinciden entre sí”. A este hecho le llama 'efecto onda', lo que apunta a que algo importante sucederá o que sabemos que está a punto de suceder.


¿Cuántas veces no hemos cruzado un gran acontecimiento para después ver que múltiples detalles coinciden?


Debo confesar que esta película me parece en sí misma perturbadora en varios sentidos (y pienso, probablemente, abordarlos en entradas posteriores), sin embargo, el hecho de las casualidades me ha sacudido enormemente pues mis últimas experiencias han estado plagadas de ellas.


Humans need to give order to the world in which they live...
El ser humano necesita dar orden al mundo en el que habita…


El ser humano nace sin saber que lo ha hecho. Supongo que debe ser traumático no saber que existes y, por tanto, esos primeros meses de vida (o años) son olvidados o no quedan registrados en nuestro cerebro. Ahora pienso que lo más probable sea la última opción. No hay registro.

¿En qué momento comenzamos a saber de nuestra existencia? Cuando ordenamos el mundo en el que habitamos y esto lo hacemos a través de las palabras. La palabra, en algún momento, lo es todo.


Y así, nuestros padres nos dan un nombre para validar nuestra existencia ante ellos; luego, nosotros aprendemos sus nombres para reafirmar que los reconocemos y entonces nos integramos a su mundo; formamos un vínculo y comenzamos el registro de nuestros pasos.

in which moment we stop to exist?

¿En qué momento dejamos de existir? Cuando dejamos de ser reconocidos, de ser nombrados.


Recuerdo también que una vez vi un documental en el que abordaban las diferentes formas en que distintas culturas reaccionaban ante la muerte. Cada una de ellas tiene un ritual distinto que corresponde al orden que ellos tienen del mundo. Este orden que valida su existencia también dicta cómo se deja de existir.


Evoco, por ejemplo, que en alguna tribu africana (de la que no recuerdo el nombre) está prohibido decir en voz alta el nombre de la persona que ha fallecido. Tremendo final.


En nuestra sociedad, en cambio, pareciera que el sólo repetir el nombre de quien ya murió nos regresa a la persona que ya no está más entre nosotros.


Kill is kiss…



¿Qué pasa cuando el orden de las cosas pareciera que se nos escapa de las manos? No lo tengo todavía tan cierto, pero creo que borrar la existencia de alguien es algo devastador, que no así el aceptar que ya no está.

Muerte. Esta palabra ahora significa cosas totalmente distintas que meses atrás en las que la muerte sólo me significaba algo que sólo escuchaba en la boca de otras personas, en las noticias, en los periódicos.


Cuando la muerte se acercó a mí recientemente recuerdo que dije: falleció. Inmediatamente,un buen amigo me dejó escritas estas palabras de Benedetti: “Fallecer es la forma más fría de decir que alguien murió, que es la forma de sentir una pérdida”.


Las palabras tienen vida. Las palabras lo pueden todo. Las palabras hacen (marcan) (crean) la diferencia.


A strange coincidence…



Y así, me doy cuenta que, tras esos grandes eventos en los que personas que yo conocía dejaron existir, se encuentran esas extrañas coincidencias:

24 oct 2009 – Dejó de nombrarse a mi abuelo.

24 nov 2009 – Dejó de nombrarse al papá de una amiga muy querida.

24 dic 2009 – Dejó de nombrarse a un gran amigo con quien hice radio.

24 ene 2010 – Dejó de nombrarse a una amiga con quien solía jugar básquetbol.

24 feb 2010 – Dejó de nombrarse otro buen amigo de radio.

24 mar 2010 – Dejó de nombrarse un amigo de la preparatoria.

24 jun 2010 – Dejó de nombrarse a mi tío, el mayor de la familia.


Y en las dos despedidas más fuertes, la de mi abuelo y mi tío (la 1ª y la última), teníamos programado realizar un maratón de cine. Exquisito marco para su despedida.


¿Habrá sido ese evento el principio y el final del espasmo provocado por el ‘efecto onda’ del que nos habla Mailer?


Noche insomne. Tres de la mañana con veintidós minutos. Noche insomne.


Pensar en que todo se transmite a través de la palabra es algo que no me parece para nada descabellado. Y me refiero a TODO. En tanto, ahora prefiero dejar que sea la palabra la que sacuda toda mi existencia, pues es peor dejar que ésta, se convierta en eufemismo.


* Déjame saber que existes escribiendo un comentario. ¿Qué valida tu existencia?

martes, 6 de julio de 2010

Vocecita en el Ombligo


Hay una vocecita que se aloja en mi ombligo.


El otro día soñaba que tenía otro yo que se había desprendido de mí misma, pero que éste otro yo era más pequeño y estaba a mi lado como padrino mágico.

Lo cierto es que cuando desperté no había ningún otro yo desprendido de mí, ni era pequeño, ni estaba a mi lado como padrino mágico. Sin embargo, había una vocecita que me estaba diciendo qué hacer o no hacer desde entonces. No recuerdo si fue hace mucho tiempo o apenas hoy, pero esa vocecita me parece eterna y no me deja en paz. Ahora mismo me está dictando lo que debo o no contar.

Recuerdo que una vez estaba sentada en la sala de espera de mi doctor. La vocecita estaba muy nerviosa a pesar de que le prometí que iba a una revisión de rutina —Que tal que me encuentran y nos separan— me decía.

Yo no estaba muy convencida de si sería lo mejor o realmente estaba contenta con esa vocecita hablándome todo el día. A veces llegaba a pensar que estaba loca y que lo que necesitaba era un psiquiatra pero la vocecita me convencía de que las cosas no eran así, que yo estaba completamente cuerda.

Ayer platiqué con ella y le pedí que se mudara a un lugar donde pudiera escucharla mejor pues el ombligo me resulta un poco lejano a mis oídos y además me provoca mala digestión que todo el día me esté hablando. Dice que en definitiva no se muda a los oídos porque le parece un lugar demasiado convencional para una vocecita, tampoco mi cabeza es una opción porque entonces sí me volvería loca. Acordamos que tenía esta semana para decidir su nuevo lugar de residencia.

¿Sugerencias?